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Tiago, el campeón contagioso de Brasil

No sería raro que al genial guardameta de la selección brasileña, Tiago, le escociesen las palmas de las manos después del primer encuentro de su selección en la Copa Mundial de Fútsal de la FIFA Colombia 2016.

Este modesto bicampeón del Mundial de Fútsal tuvo una noche frenética frente a Ucrania, ya que el rival efectuó 66 disparos contra su puerta, y él despejó 20 de ellos, con su habitual estilo acrobático, que tanto gusta al público. Una cifra más que notable para tratarse de una única jornada.

Sin embargo, muchas veces el presente depende de algo nimio y fortuito, de un pequeño accidente ocurrido en el pasado. Ese fue el caso de uno de los mejores porteros que haya dado nunca el fútsal brasileño. “Me hice arquero por casualidad, a los ocho años”, explica a FIFA.com.

“El arquero de nuestro equipo tenía varicela, y no pudo jugar. ¡El gran problema fue que funcionó! Continué jugando en esta demarcación sólo por divertirme, aunque entonces, cuando jugaba al fútbol, seguía haciéndolo de delantero”.

Y aquella varicela que dejó fuera del equipo a su joven compañero acabó siendo el origen de una gran carrera. Dos títulos de la Copa Mundial de Fútsal de la FIFA y un Guante de Oro adidas, en 2008, son apenas la punta del iceberg de su palmarés. Además, increíblemente, el número 2 brasileño —ha conservado su dorsal, “que no cambiaría por nada”, desde su primera convocatoria con la selección nacional— no necesitó más de dos años de trabajo y concentración para alcanzar la profesionalidad.

“Decidí dedicar por completo mi vida a ser arquero de fútsal cuando cumplí los 16 años. Pero el fútsal no se convirtió en mi verdadera profesión hasta que tuve 18, más o menos. Antes, lo hacía únicamente por diversión”.

Un entusiasmo que se contagia
Ahora es un experimentado veterano de 35 años, puntal del combinado brasileño, y su entrenador, Sergio, deja bien clara su importancia: “Nos da seguridad”. Y no sólo eso. Tiago aspira a conquistar su tercer título mundial en la tierra del café, y él mismo ejerce sobre sus compañeros el mismo efecto que la cafeína, al mantenerlos alerta y atentos con sus gritos.

“Tengo un entusiasmo inagotable, porque no me gusta perder”, admite. “Mi misión es intentar infundir a los demás ese ímpetu siempre que jugamos, y más aún durante los momentos difíciles de los partidos”.

Esa voluntad de ganar dentro de la cancha se traduce de forma natural en un enfoque hipercrítico para mejorar también su propio juego, un aspecto fundamental para que alguien pueda mantenerse en lo más alto de cualquier disciplina durante todo el tiempo que quiera, como ha hecho Tiago.

“Ese mismo impulso me lleva a querer mejorar siempre”, afirma. “Así que uno de mis objetivos es la búsqueda de la perfección, aunque ya sé que no puede alcanzarse”.

Y, a pesar de proceder de un país en el que los guardametas nunca han sido la joya de la corona, y de formar parte de un plantel que dispone de magnéticas personalidades ofensivas, como Falcão, Tiago no tiene ningún complejo por no recibir los elogios que quizás merezca su calidad.

“Los arqueros brasileños no suelen tener muchos reconocimientos”, admite. “El agradecimiento viene simplemente de las personas próximas a nuestro puesto: las familias, los amigos, otros arqueros y nuestros entrenadores”.

Aun así, y con su extraordinario palmarés, Tiago se despide de forma filosófica, dando a entender que su sed de triunfos no se ha saciado en absoluto. “El pasado ya ha quedado atrás, y el futuro no existe, pero mi objetivo siempre es ganar el próximo campeonato”.

 

Fuente:fifa.com

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